martes, 14 de octubre de 2014

18 de febrero / Venezuela: el asesinato y la superestructura de la circulación de bienes





El más reciente intento de asesinato en el Target de Friendship en donde compro toallas húmedas para sacarme el maquillaje:

un hombre apuñala a una springbreaker en calidad de turista
pero no quería robarla, solo pretendía usarla como rehén porque estaba muy alterado y eso siempre me sorprende porque Venezuela es un país tan profundamente marcado por la superestructura de la circulación de bienes.

en Venezuela se ejerce el asesinato especialmente como un hilo que sostiene algún tipo de praxis económica. Es el intercambio de la fuerza de trabajo más rudimentario. El hombre invierte carne y sangre de su cuerpo en convertir al otro en un puré de carne y sangre para obtener los bienes materiales que ese otro ha obtenido invirtiendo carne y sangre en condiciones regulares. Es miseria. Es deseo. Y se traduce a un drive enloquecido. Una urgencia innata determinada biológicamente por alcanzar una meta o satisfacer una necesidad. Una urgencia innata enloquecida. La radicalidad de lo orgánico. 
En cambio acá, 
esa aparente desconexión entre medios y fines de la muerte. ¿Qué puede obtener un chico de otro chico al que ametralla en una escuela de Colorado? No le quita algo físico. Pero obtiene muertos. Es una praxis espiritual. Obtiene potencia. Algo muy rudimentario. Como los  indios amazónicos guerreros que coleccionaban el recuerdo de los muertos que obtenían, el recuerdo de las personas que habían asesinado. Eso les otorgaba prestigio. 
Coleccionaban mujeres que robaban y hombres muertos en la memoria.

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