martes, 14 de octubre de 2014

15 de febrero / Facebook y las imágenes atrapadas sin posibilidad de redención




Y me enteré por el Facebook.
Hasta hice mi consabida despedida simbólica. Con foto y mensajito. 
La verdad es que me enteré de una manera extraña: mi prima posteó una foto con un encabezado textual que decía que siempre extrañaría al abuelo, que se sentía demasiado triste por su ausencia.
 Es cierto que,
sobre Facebook se dicen muchas cosas. 
Dicen que se trata de una agencia de espionaje o de una corporación capitalista terrorista. Ambas cosas no me mortifican en lo absoluto. La información más extrema que encontrarán en mi muro serán videos de gatitos intentando atacar a la aspiradora. Citas de Jean Baudrillard, Teresa de la Parra, Bartolomé de las Casas, Hanna Arendt o José Rafael Pocaterra. Música que nadie recuerda. Las mismas noticias de crónica roja, fotos virales y el cúmulo de lamentaciones que todos los venezolanos incansablemente posteamos. Mi perfil no resultaría una mina de oro para nadie. Tampoco me importaría que le informaran a un tercero en las sombras sobre mi costumbre regular de postear mis citas favoritas de los libros que voy leyendo. Sin embargo,
lo creepy del Facebook
son todas esas imágenes atrapadas sin posibilidad de redención.
¿Qué pasa con el Facebook de las personas que mueren?
¿Qué pasa con esos avatares que permanecen flotando en la pantalla, sin agencia real?

Lo digo porque mi abuelo murió 
y me enteré por Facebook.

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